Troilo por Roberto Achával - Argentina Tango -

Completamos el trabajo realizado por Tino Díez desde Ingeniero White, en la provincia de Buenos Aires, Argentina, sobre la trayectoria y el quehacer tanguero de uno de sus hijos pródigos, Cacho para sus amigos. Tras Roberto Achával, con el corazón y el tango argentino mirando al sur y una nota en la que también participa Tino, Homenaje a Roberto Achával, cantor argentino de Bahía Blanca, ahora nos llegan, compilados por nuestro amigo guaitense, sus testimonios, con éste título:
"A uno le daban ganas de cantar toda la noche"
La última voz que acompañó en los cantables a Aníbal Troilo fue la de Roberto Achával. Hasta la última noche. Su incorporación había sido tan reciente que no quedó registrada en discos. De todos modos, la autoridad que le da haber compartido la última noche torna fundamental su testimonio.
"Troilo cometió la torpeza de morirse a los 45 días de comenzar la obra Simplemente Pichuco, así que al Gordo lo pude disfrutar muy poco. De todas maneras ya lo conocía de antes, porque en varios lugares en los que yo cantaba él estaba con su orquesta y siempre que nos cruzábamos me invitaba a cantar algún tema con sus músicos."
"La primera vez que me invitó a cantar fue en un boliche que por desgracia duró muy poco. Se llamaba El Bulín, y por obvias razones no podía quedar en otra calle que no fuera Ayacucho."
"En el elenco estaban Roberto Rufino, Julián Centeya, el Tango Trío, Elba Berón, Pichuco. Realmente eran figuras de lujo. Allí sentí realizado el sueño del pibe, había conocido nada menos que al Gordo Aníbal Troilo. Guardo muy lindos recuerdos de El Bulín de la calle Ayacucho."
"Ya en El Viejo Almacén nos tratamos más asiduamente. Los dos pasamos mucho tiempo en ese lugar gozando del tango, la noche, el buen vino y por sobre todo escuchando al viejo Edmundo Rivero."
"En esa época Zita lo cuidaba mucho y no lo dejaba tomar alcohol. Me acuerdo de que estábamos en El Viejo Almacén sentados detrás de todos y el Gordo estaba ese día más sobrio que nunca. Le tocó el turno de tocar, y mientras se iba acercando al palco se detenía en cada mesa. Con la excusa de saludar amigos, se tomaba un vaso de whisky en cada parada. Tenía arreglados a todos los mozos para que le dejasen un vaso en cada mesa sin que se enterase su mujer.
"Cuando empecé con él me di cuenta de lo mal que yo hacía las cosas." "Mientras iba cantando Troilo me iba orientando de atrás. En voz muy baja me iba señalando cómo cantar tal o cual canción. Era un maestro de cantores. Estar con él era tocar el cielo con las manos. Todos querían llegar a él."
"Yo no creía que me pudiese llamar a mí, porque él ya tenía sus buenos cantantes. El día que Pichuco me convocó para la obra casi se produce mi separación matrimonial. Él me llamó personalmente a mi casa, y mi mujer no tuvo mejor idea que decirle que yo estaba durmiendo, cosa que era verdad, pero cuando me enteré al otro día casi la mato. Con el Gordo uno no podía ni dormir ni distraerse, solamente había que gozarlo."
"Yo no tenía ni idea de lo que era el teatro. De pibe había visto algunas cosas, como cualquiera, pero nunca había estado adentro. Un día el Gordo me pregunta: "¿Nunca hizo teatro?´, y yo le contesto que no, y con carita cómplice me dice: "Se va a agarrar un berrinche con el teatro."
"Y tenía razón, es un género hermoso. Al principio yo tenía un miedo tremendo, pero las figuras que había me ayudaban mucho. En el elenco de Simplemente Pichuco estaban don Carlos Lamas, Alba Solís, Juan Carlos Copes, Horacio Ferrer –que hacía el libreto– y Edmundo Rivero, que hacía dos temas al final. Era un elenco de lujo. Cuando subía al escenario, el Gordo me tiraba una mirada de aprobación; ya con eso se respiraba una paz y una confianza que a uno le daban ganas de cantar toda la noche."
"El Gordo iba muy seguido a Mar del Plata; una vez estaba por ir al balneario y un periodista le preguntó si le gustaba, y Pichuco le respondió: "Sí, sí, dicen que hay mar allí, ¿no? Yo no sé...".
"Yo no entiendo cómo el Gordo no se convirtió en un mito como Gardel. Tenía todas las condiciones para serlo. No tuvo un tango que no haya trascendido, todos fueron éxitos. Gran melodista y entendedor de poesía."
"La gente lo amaba, se desvivían por verlo. No les importaba si Pichuco tocaba bien o mal, la cuestión era estar cerca de ese ángel que él irradiaba. Desgraciadamente no pude grabar con él; cuando teníamos proyectado hacerlo nos dejó. Fue una verdadera lástima."
"Hay veces que la vida da señales y uno, como camina rápido, no las puede ver. Me acuerdo que cada vez que terminaba la obra Simplemente Pichuco, se retiraba del escenario con las mismas palabras: ´Gracias, Buenos Aires´. Unos días antes de morir se despidió del público con: ´Gracias, Buenos Aires, aguantáme un cacho más´."
(Testimonio recogido por Ariel Fontanet, publicado en La Maga).
"El tango esta de duelo: murió Roberto Achával" (Diario Crónica, 28–6–96)
"Profundo dolor causó en la colonia tanguera y artística en general la muerte del popular cantante Roberto Achával, quién en la tarde de ayer falleciera a consecuencia de una crisis cardíaca, que lo sorprendió mientras viajaba en un colectivo. Los restos de Achával, de 64 años, fueron inhumados en las primera horas de la tarde de hoy, en el panteón que Sadaic dispone en el cementerio de Chacarita"
(...) "Achával estaba casado con Juana Dodero, con quien tenía dos hijos, Mirtha y Leonel, los cuales a su vez tienen dos hijos cada uno. Fue precisamente el amor por los nietos lo que animó los últimos días del cantante, sentimiento éste que se trasladaba a su inseparable esposa, a quien él siempre llamó cariñosamente ´La Negra´, y a sus descendientes directos, ya que siempre hizo de su familia uno de los principales incentivos para continuar adelante la siempre difícil tarea de vivir.
A la hora de su muerte, Achával se encontraba aún vigente en el espectro tanguero de Buenos Aires, ya que se hallaba realizando con marcada repercusión presentaciones junto a la orquesta del maestro Osvaldo Piro en el Teatro Nacional Cervantes. Mas allá del prestigio artístico que logró ganar a lo largo de su extensa y notable trayectoria, Roberto Achával había alcanzado entre sus amigos y conocidos el reconocimiento unánime de ´gran tipo´, algo reservado para muy pocos."
Una definición: "Su corazón era un cristal que al fin se rompió" (de su amigo personal Marcelo Guaita)
"Carlos Millán"
"He escuchado sus nombres artísticos: Alberto Randal, Roberto Achával, pero nadie menciona el de su inicio, Carlos Millán, nombre que adoptó en sus primeras interpretaciones por la antigua LU2 de la calle Donado. ¿Quién hubiera pensado que llegaría a ser ni más ni menos que el último cantor de Aníbal Troilo?
Y llegó, pero no olvidó sus raíces, sus compañeros, su pueblo natal. Siguió siendo el muchacho noble, sencillo y leal que, en cada visita a la ciudad, telefoneaba a los amigos. (...) Quedó la promesa de compartir un asadito en el viejo Club Argentino, como lo hacíamos en aquellos años. Pero no pudo ser." (Jorge Rossit)
Un día Tino Díez desgranó en versos sus recuerdos y cariño por Roberto Achával a los que llegamos con este Che Bandoneón que canta con la orquesta de Aníbal Troilo, con una emotiva introducción
El mate que no tomaste…
(Elegía a Cacho Crudeli)
Naciste con tangos, en olas del muelle
latiendo en tu sangre desde chiquilín,
el son de Palito te inició en el fueye,
luego que tu tío te enseñó el violín.
Cada noche tuya, el violín a cuestas,
con sus notas graves en clave de sol,
en un plenilunio, tu voz, fue respuesta
y en el sortilegio, cambiaste de rol.
Le fuiste probando al tango tu traje
volando quimeras detrás de tu sueño
y viviendo en tango tu febril bagaje,
habitaste el alma de cada porteño.
Así, el más porteño, te gritaba “flor”.
“el envido, quiero” y “quiero retruco”,
“Te quiero en mi orquesta, vos sos mi cantor”
¡¡¡Cantor en la orquesta de Troilo, Pichuco…!!!
Una tarde fuiste, en el bondi errado,
imitando a Troilo en fatal torpeza…
La tarde dejaba un mate olvidado…
tu Negra, muy sola, llorando en la pieza…
Tino Díez, Ingeniero White, Provincia de Buenos Aires, Argentina
Notas de este autor:
Roberto Achával, con el corazón y el tango argentino mirando al sur
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Nora Roca con tango argentino triunfando en Buenos Aires y el mundo
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(Nota: El presente artículo incluye datos proporcionados por Leonel Tanguito Crudeli, Juan Carlos Ocaña y Raúl A. Crudeli, y nota de Alberto Cosentino)
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